Concentrados
la mayor parte del tiempo en cuestiones muy específicas y/o meramente
dependientes de la coyuntura socio-política de nuestro entorno, olvidamos a
veces pensar sobre la totalidad de nuestra situación civilizacional cuya
problemática está evidentemente ligada con nuestro sistema económico. Es, entonces,
objeto de este artículo el aportar algunas reflexiones al respecto en torno a
tres preguntas fundamentales:
1º. ¿Cuál es
el principal problema de nuestro sistema económico actual?
Que,
a pesar del gran desarrollo tecnológico y productivo que se ha generado en
virtud del capitalismo, las condiciones de vida de la gran mayoría de la
población se ven constantemente amenazadas y los sujetos se hallan en un
sistema que los aliena estructuralmente.
Esto
es evidentemente cierto para los países subdesarrollados donde vive la gran mayoría de la población mundial.
No obstante, en la situación actual, se evidencia también como cierto para la
mayor parte de la población de los propios países desarrollados. En efecto, con
las políticas de ajuste y los crecientes recortes presupuestarios, se está
viniendo abajo el querido “Estado de Bienestar” en prácticamente toda Europa en
un contexto de gran desempleo y explosividad social. La situación es bastante
complicada también en Estados Unidos donde se han formado importantes
movimientos de protesta social como Ocuppy
Wall Street.
De
otro lado, más allá de la crisis económica tenemos también el gran problema de la “crisis ecológica”,
de la que se habla menos por estar más concentrados en la primera. Claramente
esto significa una grave amenaza para las condiciones materiales de existencia
de la totalidad de la población
mundial pues es una amenaza sobre el planeta mismo.
Finalmente,
se halla una creciente alienación de los sujetos. Si, como decía Amartya Sen,
podemos conceptuar al desarrollo como “expansión de libertades” (1), puede
decirse coherentemente que esta forma de capitalismo trae subdesarrollo incluso
cuando genera crecimiento pues lo hace en términos de la “alienación” de los
sujetos tanto en el área del consumo (generando “necesidades artificiales”)
como de la producción (por medio de la explotación y/o formas de trabajo
“despersonalizantes”), como ya ha señalado Marcuse (2).
2º. ¿Cuál es
la causa de este problema?
La
causa de estos problemas es tanto la forma
particular que toma el proceso de acumulación capitalista en nuestro
contexto actual (neoliberal) como también las exigencias intrínsecas del sistema en sí.
Así,
por ejemplo, tenemos que en el contexto de crisis actual el entramado de relaciones de poder subyacente al
sistema económico controla también el sistema político y pone todo el peso de
la (pretendida) salida de la crisis sobre las espaldas de la gran mayoría de la
población con los crecientes recortes presupuestarios y políticas de
austeridad. Pero esto es solo un reflejo de la desigualdad más fundamental
entre trabajo y capital del sistema y los requerimientos de la dinámica
imperialista pues es también necesaria la subordinación estructural de los
países subdesarrollados para la obtención de mano de obra y materias primas
baratas. De hecho, en varios países de África se da la dramática situación de
que grandes multinacionales de Occidente
explotan a los africanos en el sector agrícola pagándoles sueldos de miseria,
envían la producción a los más rentables mercados de Estados Unidos y Europa, lo
cual hace que haya menos oferta de alimentos en África con la consiguiente
subida de precios… y se llega a la absurda
situación de que, siendo un importante exportador, “África tiene que importar el 25% de los
alimentos que consume, al tiempo que las muertes por hambre son algo corriente”
(3).
Respecto
del problema ecológico tenemos que la forma actual de acumulación capitalista
no sólo impone exigencias sobre la explotación del hombre sino también sobre la
explotación de la naturaleza. La
acumulación del capital no tiene límites ecológicos. Se puede pensar en los
“impuestos sobre las externalidades” o las “cuotas de contaminación” pero, en
primer lugar, el capital sabrá encontrar las salidas a ello si es que se mina
demasiado su rentabilidad y, en segundo lugar, tal vez sea demasiado tarde… la
crisis ecológica no es, como muchos piensan, una “bomba que va a estallar” sino
una “bomba que ya estalló” y cuyos
efectos iremos viendo cada vez más.
Finalmente,
en lo que se refiere al problema de la alienación del consumidor en base a la
producción de “necesidades artificiales” que llevan a cabo las grandes empresas,
tenemos que ello también se debe a mecanismos estructurales del sistema de
competencia capitalista a los que podemos llamar “imperativos”. Así, el imperativo planificador compele a las
empresas a controlar la demanda para asegurarse el mercado minimizando la
incertidumbre, y el imperativo tecnótico
las compele a hacer que la gente necesite lo que ellas producen aun cuando en
primera instancia no lo necesiten por cuanto la inversiones que realizan en
sofisticar cada vez más los productos tienen que necesariamente generar rentabilidad con la venta (4).
3º. ¿Cuál es
la solución al problema?
Dado
que los problemas se deben tanto a la forma
particular que ha tomado el proceso de acumulación capitalista en nuestros
días como a exigencias intrínsecas
del sistema mismo, es claro que se pueden hacer muy importantes avances en
torno a las soluciones realizando mejoras dentro
del mismo sistema pero, en última instancia, será también necesario ir
hacia otro sistema, pues en la
situación actual “el capitalismo ya sólo puede suponer más barbarie. No sólo
por las guerras, las crisis, el desempleo, la precariedad, la negación del
pleno acceso a la sanidad o a la enseñanza, el hambre y un largo etcétera. Es
bárbaro, más profunda y ampliamente por el gigantesco peaje que para la
sociedad supone dar otros usos a los recursos que se destinan a actividades que
únicamente obedecen a las exigencias de la acumulación capitalista: el
armamento, (…) la especulación, el negocio del narco, (…) o incluso entre otros
muchos más, la propia publicidad a la que se dedica una ingente cantidad de
trabajo, con una finalidad no informativa, que hoy se puede asegurar sin apenas
gasto, sino persuasiva por mor del imperio de la competencia” (5).
Es
esencial, por tanto, pensar en y trabajar por la construcción de un nuevo
sistema que no sólo es posible, sino también necesario.
Referencias:
1)
Amartya Sen, Desarrollo y Libertad,
Ed. Planeta, Buenos Aires, 2000, p. 3.
2)
Hebert Marcuse, El Hombre Unidimensional, Ed. Artemisa, México, 1985, cap. 1.
3) Miguel
Giribets, El Saqueo de África: Algunas
claves para entender lo que pasa, Rebelión, 2011, p. 2.
4)
Para un desarrollo más amplio de este análisis véase: Dante A. Urbina, “La
soberanía del consumidor: ¿es hoy un mito?”, Ponencia en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, Lima-Perú, 22 de julio del 2013. (Video
disponible en You Tube: https://www.youtube.com/watch?v=GHe7japz7lw)
5)
Xabier Arrizabalo, Capitalismo y Economía
Mundial, Instituto Marxista de Economía, Madrid, 2014, p. 674.